El café, un proceso de ensayo y error
En 2006, Andrew y Victoria, oriundos del noreste, pusieron en marcha su local de tueste de café y cafetería en Lindisfarne, isla conocida también como Holy Island, frente a las costas de Northumberland, y en sus inicios vivían justo encima del local, que contaba únicamente con una pequeña tostadora de café.
Ahora, cruzan a diario el paso que separa Berwick-upon-Tweed de la isla, uno de los tramos más irresistibles de la costa británica, para servir sus cafés en esta isla, en la que el misionero San Aidan se instaló en el año 635 de nuestra era.
“Siempre me ha encantado el café”, explica Andrew. “Durante un tiempo trabajé en Australia, con un chico libanés que era un barista espectacular. Y entonces llamó mi madre para decirme que este lugar estaba en venta”. Los padres y abuelos de Andrew tenían tiendas en Lindisfarne, por lo que conocía el lugar al dedillo. Seis meses más tarde, se propusieron junto con Victoria convertir esta antigua tienda de objetos curiosos en una cafetería.
“Hasta entonces había trabajado con café en grano italiano de alta calidad”, recuerda. “Hasta que probé un café artesano en Edimburgo, elaborado por Artisan Roast, y mi perspectiva cambió por completo”.
Después de pedir asesoramiento, se dio cuenta de que el proceso “dependía al 100 % del ensayo y error. Hay tantas variables que no queda otra que ir probando”.