Prepárate para disfrutar del gran espectáculo de la naturaleza
En cualquier tramo de la costa inglesa podrás disfrutar de lo mejor del mundo vegetal y animal, pero hay algunos parajes donde la naturaleza nos depara un espectáculo especial y que, pese a sus caprichos, está más o menos garantizado.
Brownsea Island, en Poole Harbour (frente a la costa de Dorset), es otra dimensión y un sitio que todo el mundo debería visitar por lo menos una vez en la vida. Pese a sus minúsculas dimensiones (no supera las 200 hectáreas), su paisaje es increíblemente variado y cuenta con lagunas, bosques, prados y páramos.
El principal atractivo de Brownsea es un animal peludo de incomparable magnetismo, la ardilla roja. Las ardillas rojas son una especie amenazada en Inglaterra a causa del avance su pariente americano, la ardilla gris. Sin embargo, Brownsea es un refugio para este adorable animalillo, gracias a la presencia de bosques de roble y haya, y pino albar y pino de Monterrey.
Es posible ver ardillas rojas durante todo el año, aunque otoño está considerada la mejor época del año para avistarlas, ya que suelen bajar al suelo para recoger y esconder provisiones para el invierno. Pese a su innegable atractivo, procura no perderte los otros animales que viven en Brownsea, como el delicado charrán ártico, el ciervo sica y unas aves de exótico aspecto llamadas espátulas, que buscan comida en la laguna.
Y si te apetece, puedes quedarte incluso a dormir en una de las dos casas rurales independientes de Brownsea Island, situadas cerca de la orilla.
Otro sitio donde la naturaleza despliega toda su magia es la reserva natural de Donna Nook, en Lincolnshire, cuyas zonas de dunas y aguas bajas son el hogar de 47 especies de aves reproductoras. La reserva, situada al norte de Skegness, cuenta también con una de las colonias más grandes y accesibles de focas grises del Reino Unido. Cada noviembre y diciembre, cientos de focas se arrastran hasta la playa para tener a sus crías.
Sin embargo, es fácil ver focas por toda la costa inglesa. Blakeney, en Norfolk, es otro de sus sitios preferidos para apostarse en la costa.
En el litoral de Norfolk, no hay experiencia comparable a la que tiene lugar cada invierno en la reserva natural de Snettisham. El inconveniente es que para vivirla tienes que levantarte antes de que amanezca, aunque el esfuerzo queda compensado con creces. Aquí, en un dique que da a The Wash, empieza el espectáculo. Al principio no hay más que cuatro. Luego doce. Después 20, 50, 100...
Pronto el cielo se llena de ánsares piquicortos, hasta formar un manto ininterrumpido con sus características plumas y graznidos. Se estima que pueden llegar a concentrarse 10.000 ejemplares. Además, vuelan solo 15 metros por encima de tu cabeza y su aleteo produce una música exquisita.